No sé que me duele más.. Si tu ausencia, tu presencia o tu indiferencia...
No sé ya, tampoco, si en verdad me duele, o si me estoy haciendo más fuerte,
como una bacteria que resiste a los antibióticos, resisto más a lo que me hace doler.
En mi cabeza, un pensamiento: cómo me destruiste tanto? cómo dejé que me destruyeras tanto?
Eras como la fuerza de la gravedad de mi mundo, y hoy sólo me queda un mundo sin gravedad,
una gravedad sin mundo, y dos ojos que se abren a la gravedad de la situación. Dos ojos que, por tanto tiempo, estuvieron dormidos.
A veces quisiera poder hablarte y que me escuches. No para contestarme, no quiero guerra, sólo quiero paz... A veces quisiera que me escuches... No que me oigas, que me escuches. Pero luego recuerdo que no puedes, que no sabes, que eso no es parte de ti. Y entonces, como de la nada, me aparece algo de Benedetti, que es tan vos... Te lo dejo, aunque se que esto nunca llegará a tus ojos..
"En realidad, usted fue siempre una imagen. La imagen que yo creé a partir de un conjunto de anhelos, de deseos incumplidos, de pequeños fracasos"
Y si fuiste una imagen, entonces, qué es lo que extraño? Y entiendo, que no te extraño a ti, sino a los anhelos, a los deseos incumplidos que quería cumplir, y esos fracasos que ayudaron a construirte hoy me golpean con más fuerza, disfrazados de lágrimas y miedos, pero vistiendo tus ropas y oliendo a ti.
Entonces me pasa, que todo me lastima, tu indiferencia, tu presencia, tu ausencia. Entonces me pasa, que yo me siento ausente. Soy un poco más yo de lo que era contigo, pero sigo siendo yo un poco ausente. Y esa ausencia me lastima, me lastima incluso más que tu ausencia, porque este es de esos dolores que dejan cicatrices y van matando de a poquito...
Sólo quiero ser yo, sin tu marca y sin tu huella, porque al final de cuentas, lo que fuiste lo fuiste en mi cabeza. Mis ojos se abrieron y se calló la venda. Y por experiencia te digo, te dejo una lección y una moraleja: hay peor ciego que el que no quiere ver, y es aquel que cuando vio prefiere hacerse creer a si mismo que sigue siendo un ciego. Y es por esto que duele volver a ver, porque en un momento, con el único fin de justificarte, de no perder ese holograma que inventé en ti donde siempre buscaba mover la imagen para ver tu parte buena, me hice creer que no estaba viendo lo que en realidad veía.
Sólo espero poder ser yo, nuevamente. Sólo espero que todo esto deje en algún momento de trabarme, sólo espero poder derribar la barrera que está creciendo cada vez más. y espero nunca cargarle a nadie el dolor de la decepción de tu imagen.
Intento caminar y ser yo, aunque me duela. Quiero ser ese yo que extraño, ese yo que anhelo, ese yo con una fuerza increíble, y que nada ni nadie puede golpear. Todo esto quiero. Pero no se a donde ir, ni donde encontrarlo. Soy un poco más yo que antes, pero aún, aún y todavía, estoy ausente...
martes, 26 de mayo de 2015
domingo, 17 de mayo de 2015
PALABRAS DESENCADENADAS
Usted me robó lo que me quedaba: las palabras, con lo importante que son. Y ahora se ahoga mi garganta con aquellas palabras que usted no quiere que le diga.
Usted me dice que me quiere, no lo dudo, usted tiene una extraña manera de querer. Yo lo se, porque yo lo quise. Usted quiere mi felicidad, le pido por favor que se haga a un costado y me deje alcanzarla. Usted debe saber, a esta altura, que me abrí del camino, porque mi corazón y mis brazos ya se han cansado. Le pido, por favor, que no quiera arrastrarme nuevamente hacia él.
Le pido que se cuide, que se quiera y se respete. Le pido que guarde los buenos recuerdos, como yo lo hice, porque de malos momentos nos llenamos de rencor. Usted, en cambio, me pide que me cuide para que nadie me lastime, pero intenta hacer aquello de lo me pide cuidarme. Usted debe suponer que ya no soy la niña tonta que aceptaba caramelos de un extraño. Pero esta niña ha crecido, y ya no cree, ni en los extraños, ni en los caramelos. Yo no soy la misma, sino un poco menos tonta, más lista y más vieja. Quiero olvidar sus fragancias importadas, quiero encontrar aromas de menta y jengibre. Quiero tomar un té frente al espejo y sonreírme a misma, encontrando paz en mis ojos. Paz, esa misma paz, que emerge cuando termina una guerra. Y quiero que usted se corra del lugar de combate. No es de caballero volver si usted ya se había retirado.
Usted siempre será algo bonito que recordar, por favor, no convierta lo bonito en algo feo. Sepa usted que se llevó una parte de mí, que lo cuidará siempre, y que espera en algún momento poder hacerle crecer, desde el recuerdo, un poquito de empatía. Sepa usted que yo me quedé con una parte suya, aunque aún no lo sepa. Algún día, en muchos años, usted se acordará de mi y en su rostro se dibujará una sonrisa. Sepa usted, y jamás se olvide, de que alguien en algún momento le hará saber que cumplí mis sueños, por los que tanto me vio luchar, y los que tanto, según usted me dice, quiere que cumple.
Sepa usted que si sueno repetitiva no es porque quiera hacerlo, es porque estoy desencadenando palabras de un juego perverso que usted alguna vez llamó amor, y que hoy llama deseo, y que yo prefiero soñar que no existe.
Por otro lado, disculpe que lo trate de usted. Es que suelo tratar de usted a los desconocidos, y hoy veo en usted un alma desconocida. Disculpe que lo trate de usted, es que la distancia me pone formal. Distante y formal como la barrera que me separa de usted, a la que usted quiere debilitar con mentiras. Esa barrera con nombre, dueña de una cama más caliente que la mía, una cama con el calor de hogar que usted me negó y que no me dejó darle. Yo le prometí que siempre iba a estar para usted. Pero qué es una promesa? Yo dudo que usted pueda contestarme sobre algo que no conoce. Pero qué es una promesa? Es un juego de palabras que atan, que encadenan. Por eso es que me retiro del juego perverso que proponen sus lenguajes, y rompo las promesas, porque necesito estar lista para promesas nuevas. Disculpe usted que rompa mi promesa hacia usted, pero hoy es el día de romper los hilos que me atan, hoy es el día… de las palabras desencadenadas...
Usted me dice que me quiere, no lo dudo, usted tiene una extraña manera de querer. Yo lo se, porque yo lo quise. Usted quiere mi felicidad, le pido por favor que se haga a un costado y me deje alcanzarla. Usted debe saber, a esta altura, que me abrí del camino, porque mi corazón y mis brazos ya se han cansado. Le pido, por favor, que no quiera arrastrarme nuevamente hacia él.
Le pido que se cuide, que se quiera y se respete. Le pido que guarde los buenos recuerdos, como yo lo hice, porque de malos momentos nos llenamos de rencor. Usted, en cambio, me pide que me cuide para que nadie me lastime, pero intenta hacer aquello de lo me pide cuidarme. Usted debe suponer que ya no soy la niña tonta que aceptaba caramelos de un extraño. Pero esta niña ha crecido, y ya no cree, ni en los extraños, ni en los caramelos. Yo no soy la misma, sino un poco menos tonta, más lista y más vieja. Quiero olvidar sus fragancias importadas, quiero encontrar aromas de menta y jengibre. Quiero tomar un té frente al espejo y sonreírme a misma, encontrando paz en mis ojos. Paz, esa misma paz, que emerge cuando termina una guerra. Y quiero que usted se corra del lugar de combate. No es de caballero volver si usted ya se había retirado.
Usted siempre será algo bonito que recordar, por favor, no convierta lo bonito en algo feo. Sepa usted que se llevó una parte de mí, que lo cuidará siempre, y que espera en algún momento poder hacerle crecer, desde el recuerdo, un poquito de empatía. Sepa usted que yo me quedé con una parte suya, aunque aún no lo sepa. Algún día, en muchos años, usted se acordará de mi y en su rostro se dibujará una sonrisa. Sepa usted, y jamás se olvide, de que alguien en algún momento le hará saber que cumplí mis sueños, por los que tanto me vio luchar, y los que tanto, según usted me dice, quiere que cumple.
Sepa usted que si sueno repetitiva no es porque quiera hacerlo, es porque estoy desencadenando palabras de un juego perverso que usted alguna vez llamó amor, y que hoy llama deseo, y que yo prefiero soñar que no existe.
Por otro lado, disculpe que lo trate de usted. Es que suelo tratar de usted a los desconocidos, y hoy veo en usted un alma desconocida. Disculpe que lo trate de usted, es que la distancia me pone formal. Distante y formal como la barrera que me separa de usted, a la que usted quiere debilitar con mentiras. Esa barrera con nombre, dueña de una cama más caliente que la mía, una cama con el calor de hogar que usted me negó y que no me dejó darle. Yo le prometí que siempre iba a estar para usted. Pero qué es una promesa? Yo dudo que usted pueda contestarme sobre algo que no conoce. Pero qué es una promesa? Es un juego de palabras que atan, que encadenan. Por eso es que me retiro del juego perverso que proponen sus lenguajes, y rompo las promesas, porque necesito estar lista para promesas nuevas. Disculpe usted que rompa mi promesa hacia usted, pero hoy es el día de romper los hilos que me atan, hoy es el día… de las palabras desencadenadas...
Suscribirse a:
Entradas (Atom)